

Sahasrara
Chakra de la corona
Sahasrara: la divinidad, la unión con el todo, el cosmos y la luz
El chakra de la corona, situado en la coronilla o parte superior de la cabeza, nos conecta con la divinidad, con el cosmos, con el todo, con el espíritu. En contraposición con el chakra raíz, que nos conecta con la tierra, con el mundo material. Con Sahasrara entramos inevitablemente en la fe religiosa. La fuente divina a la que nos conectamos a través del chakra coronario puede interpretarse de muchas maneras, y las distintas religiones del mundo lo han solido identificar con Dios. Puedes llamarle Dios, Divinidad o Cosmos, no importa. Todos hablamos de lo mismo.
En todas las religiones puedes encontrar referencias al chakra de la corona: la famosa aureola que tienen sobre la cabeza las representaciones de Jesús, María o los santos en el cristianismo; el tocado de plumas que llevan los jefes indios americanos; el turbante de los musulmanes o el Kipá de los judíos; el mitra de los obispos cristianos… Todos esos elementos se utilizan para subrayar la importancia de proteger la coronilla, la parte del cuerpo que nos une con lo divino. Incluso las coronas de los reyes tienen relación con el séptimo chakra, ya que en sus orígenes se pensaba que los reyes eran los representantes de Dios en la tierra. De alguna manera, hace muchos siglos ya se pensaba que nuestros líderes, reyes, príncipes y sacerdotes, estaban conectados con la divinidad, con Dios, que de alguna manera eran seres superiores, y eso les otorgaba el derecho de gobernar sobre el resto de los mortales. los monarcas y los clérigos tenían acceso a algo así como una sabiduría superior. Una especie de superpoder que el resto de personas no tenía. Y eso los hacía merecedores de mandar sobre los demás.
El chakra de la corona nos une con la fuente, con el origen de todas las cosas. Es la herramienta gracias a la cual recibimos y descargamos la información y la energía del cosmos, del espíritu. Algo así como nuestra antena parabólica cósmica que recibe y a la vez envía ondas de energía. Sahasrara es la culminación del camino que empieza en el chakra raíz. Desde la tierra, desde el material, vamos subiendo por el resto de chakras hasta alcanzar en la coronilla el cielo, el cosmos, el espíritu. Pero recuerda que es un camino de doble sentido. La energía también baja del cielo a la tierra, del espíritu a la materia. La energía, el prana, debe fluir en ambas direcciones, a través de todos los chakras. Y para eso es importa que todos los chakras giren adecuadamente, que no haya bloqueos, que la energía no se quede estancada en ninguno de ellos.
En definitiva, el séptimo chakra no es el destino o la conclusión, sino el renacimiento constante de nuestra energía. Sahasrara significa literalmente “multiplicado por mil”, y su símbolo es la flor de loto de mil pétalos, en referencia al infinito, al cosmos al que accedemos a través de este chakra. Con él se alcanza la famosa iluminación, el éxtasis, el clímax espiritual, la autorrealización, la comunión con el ser divino… Cuando al fin logras abrir apropiadamente tu chakra Sahasrara, entiendess que no eres tú , que no es tu ego, el que mueve los hilos de tu vida. Que es esa fuerza superior, ese universo, ese Dios, el que lo hace por ti. Ese es el objetivo del chakra de la corona. Y ese día, el día que entiendes y sientes esa verdad absoluta, te sientes más en paz que nunca, y sientes ese amor incondicional del que hablábamos en el chakra del corazón. Ese día, durante ese éxtasis, te sientes pleno, dichoso, amoroso, en calma, feliz.

